EL BIOMA HUMANO, ESE DESCONOCIDO Y AGRADECIDO AMIGO (3ª
parte)
Como siempre en cursiva lo que ya está publicado.
Las páginas se refieren a la edición escrita.
Curioso que ya hablara del salmón y del panga hace
tres años y hoy esté de moda e incluso prohibiéndolo en los comedores escolares
¿Por qué esa prohibición? ¿Tú realmente te crees que la panga no aporta nada y
por eso lo retiran? ¿Y por qué no
retiran el azúcar que solo son calorías que matan, envenenan y engordan?
Menudos sesudos tenemos dirigiendo la salud alimentaria.
Uno puede levantar las manos y decir: ¡Hombre te has
pasado! Puede ser, pero también puede que tenga la razón:
(Pág. 118) La
enfermedad de las vacas locas o Enfermedad Espongiforme. Se trata de una
proteína adulterada, por así decirlo, que se presenta de forma distinta y
natural en los animales. En un artículo os hablé de que la glucosa y la
fructosa, dextrosa y levulosa, son como las dos manos, fiel reflejo una de la
otra, pero no iguales en el espacio. Esta es la propiedad de la proteína
adulterada con respecto a la que se presenta de forma habitual.
Las proteínas
se reproducen a través de la replicación, pero con esta proteína no debería
ocurrir, sin embargo lo hace con nefasto resultado, la enfermedad de
Creutzfeldt-Jakob. Esta proteína podría ser absorbida a nivel intestinal
tranquilamente ya que nuestras defensas la podrían identificar como su réplica
sana, o quizás que alguna se colaría por tener nosotros el intestino sucio o
más permeable de lo debido. Estas proteínas en su estado normal las necesitamos
para el desarrollo neuronal y unen específicamente los procesos de oxireducción
con un metal pesado, el cobre, los procesos de transducción de señales, la
adhesión celular. ¿Me entienden ahora cuando les hablé de los procesos
celulares ocurridos hace tantos millones de años? Todos los procesos están
íntimamente ligados, ya en aquel entonces se empezó a formar la estructura
animal y la complejidad de las transmisiones de lo que hoy llamamos ser humano.
Estos procesos son muy delicados y cualquier proteína puede causar graves
daños.
Como veis las cosas pueden complicarse bastante, de
hecho las voy a complicar un poco más:
(Pág. 119)
Antes de acabar vuelvo a meterme en el intestino, en él tenemos a una vieja
amiga y conocida por todos, la Sacharomyces cerevisae que nos fermenta el pan,
la cerveza y el vino. Pues esta levadura que tocamos todos los días, transporta
en sí misma esa proteína que causa la enfermedad espongiforme. ¿Por qué no nos
contagiamos todos de ella? Normalmente no lo haremos por tener a la bacteria
controlada ¿y si la etoxiquina liberara la proteína de la Sacharomyces? ¿Y si
la Sacharomyces se pusiera a bailar al recibir un pedazo de salmón contaminado
o de vaca loca? ¿Tiene la Sacharomyces la proteína desencadenante de la
enfermedad de Parkinson? O quizás ¿es la inductora del Alzheimer? Se podría
contestar a todas estas preguntas planteadas a través de la epigenética, si
bien Sacharomyces en su estado normal sea una levadura saprofita, bien pudiera
convertirse en transmisora de alguna de estas enfermedades mediante una
traslocación de su ADN. Sacharomyces como tal tiene libre acceso a nuestro
cuerpo y es la que podría abrir las puertas. El Caballo de Troya.
Hay más microorganismos problemáticos respecto a su
actuación, como ocurre con Bacteroides fragilis, con la levadura anterior o con
esta otra bacteria:
(Pág. 121) La
Helicobacter pylori, helico por su forma de sacacorchos y pylori por nuestro
píloro en el estómago, es una bacteria denostada causante de la úlcera péptida,
cierto, y del cáncer de estómago, y también causante del mantenimiento de la
acidez en el mismo, lo cual es un síntoma de buena salud. Cosas totalmente
dispares. La medicina se ha empeñado en acabar, exterminar a H. pylori y lo
está consiguiendo. Sin embargo la bacteria en cuestión es importante en el
sistema inmune y en funciones metabólicas como la regulación de la grelina.
Veamos este proceso: quedamos en que la digestión empieza con la vista, el
estómago resuena vacío y, casualidad, se genera grelina. A su vez la microbiota
intestinal regula el péptido YY, hormona que provoca la sensación de saciedad y
cuando el estómago recibe la señal desciende la grelina y dejamos de comer.
Este proceso está regulado por la H. pylori, ayudada por el resto de la biota
intestinal, y el no tenerla hace que estemos más gordos.
Cuando
eliminamos a Helicobacter pylori eliminamos una posibilidad de cáncer de
estómago, de acuerdo, pero aumentamos el reflujo ácido que conduce a un esófago
de Barret y, finalmente, acaba en un cáncer de esófago. Habrá que elegir digo
yo. Y ya que tenemos el reflujo ácido tomamos ciertos medicamentos para
apaciguar la bomba de protones o calmarnos con gel de aluminio. Esta
neutralización de la acidez gástrica es uno de los puntos cruciales de estas
enfermedades que abordaré en los siguientes capítulos.
Voy a sobrepasarme en copiar párrafos, pero van
unidos, intrínsecamente unidos:
(Pág. 122) El
epitelio intestinal se alimenta directamente de lo que generan cierto tipo de
bacterias, Bífidus, Lactobacillus, que ayudan mediante la fermentación de
vegetales produciendo ácidos de cadena corta que asimila directamente el
epitelio del colon bajo riesgo de volverse más permeable, ante su falta, otro
punto crucial. Con los alimentos ricos en fibra la microbiota libera ácido
butírico involucrado en el crecimiento y diferenciación de células del colon y
en la apoptosis lo cual nos vuelve a defender del cáncer y de las
inflamaciones. En caso contrario entran en juego las endotoxinas bacterianas y gliotoxinas
que ya podrán atravesar el endotelio pasando al torrente sanguíneo y vendrá una
respuesta inmunológica, débil inicialmente, que acabará en un síndrome
metabólico y en todas estas enfermedades crónicas que vinculo yo a la falta de
respuesta inmunitaria de nuestro intestino, Sistema Inmunitario Intestinal
deficitario o anulado por comer mal, por comer envasados, poco variado,
medicación y todo el sinfín de lo expuesto. El aumento de la permeabilidad del
intestino guarda una relación directa con la obesidad y la resistencia a la
insulina.
(Pág. 123) Los
agricultores, yo a la cabeza por tanto, estamos cometiendo un error que podría
suponer una tragedia de incalculables consecuencias para la humanidad. Todo
este equilibrio primigenio de bacterias contra hongos, hongos contra bacterias
nos lo estamos cargando ¿Cuánto tiempo hace que no recuerda un limón seco? Sí,
uno de esos marrones que no se pudre e, incluso, guarda zumo en su interior
¿Cuántos días le dura ahora la fruta sin que se le vean las “florituras”?
Bonita palabra y Florit, derivado, como apellido. Esas cosas blancas que veis
en el tomate, son hongos que no tienen bacterias que les limiten el
crecimiento.
Para rematar os pongo el último párrafo del Capítulo V. NUESTRO INTESTINO: ¿UN ÓRGANO INMUNITARIO?
Es una lógica consecuencia de toda la exposición realizada a lo largo de los
varios capítulos anteriores y por primera vez en la medicina propongo que el
Sistema Inmunitario pase a ser un nuevo Órgano ¿Interesante, verdad?
(Pág. 123) Por
todo lo expuesto considero que tenemos un solo Órgano Inmunitario, compuesto
por el Sistema Inmunitario Intestinal como primera barrera y el Interno o
Celular como segunda barrera, comunicados a través de las células nerviosas
intestinales y todo el arsenal inmunitario que alberga la mucosa intestinal.
Por supuesto tendrá continuación.
Eduardo Casasnovas Susanna, el cultivador de
lechugas; Palma, 11 de febrero de 2017.
Nota aclaratoria: lo que tengo escrito es un
capítulo que introduce a un complejo de unas 30 enfermedades.
Puedes ver el artículo también: http://www.sqmcomocurarse.es/426844666
UNA TEORÍA ATREVIDA.
EDUARDO CASASNOVAS SUSANNA.