EL BIOMA HUMANO, ESE DESCONOCIDO Y AGRADECIDO AMIGO
(2ª parte)
Como siempre en cursiva lo que ya está publicado.
Las páginas se refieren a la edición escrita.
Pero este bioma no se conforma solo con los
pulmones, también con el cerebro (ver enlace), la digestión, si no que actúa en
varios niveles, hoy por hoy, sorprendentes:
(Pág. 107)
Nuestro Sistema Nervioso Entérico (Intestinal) está formado por infinidad de
neuronas que funcionan autónomamente, no necesitan que el “Tirano” les diga
nada. Y aquí se sintetizan más neurotransmisores que en el cerebro: Dopamina,
50%, noradrenalina y serotonina, 90%, fundamentales en el desarrollo y defensa
de estas enfermedades. A su vez elabora las benzodiacepinas, endorfinas y
encefalinas, que son los calmantes naturales del cuerpo.
Daros cuenta del fracaso al que se le puede someter
a un bebé sin su bioma correcto. No duerme, tiene dolor, todo el día llora y
nunca nadie sabe lo que tiene. Lástima de ciencia. Cuando sea mayor se
enfrentará a situaciones difíciles con su cuerpo, no sabe defenderse y la
infinidad de enfermedades asociadas a este sencillo hecho son tremendas:
(Pág. 107) La
Dopamina es la encargada de la motilidad del intestino, función cardíaca y
vasodilatación, la función renal y sin ella RETENEMOS LÍQUIDOS, regula la
inhibición o liberación de la ADRENALINA Y NORADRENALINA, regula los VASOS
SANGUÍNEOS PULMONARES. La ausencia de Serotonina influye en los procesos
inflamatorios como en los casos de Fatiga Crónica y Fibromialgia. A todo esto, en nuestro intestino, la microflora es capaz
de sintetizar benzodiacepinas endógenas que sí atraviesan la barrera
hematoencefálica actuando sobre el Sistema Nervioso Central produciéndonos
efectos MIORELAJANTE, ANSIOLITICO, SOMNÍFERO, ANALGÉSICO, e inhiben el ESTRÉS
actuando sobre los receptores Gaba. Y sólo como adelanto, con los receptores
opiodes junto a la serotonina intestinal se comprueba que, en su deficiencia,
aparecen los procesos inflamatorios intestinales así como en la Fibromialgia y
la Fatiga Crónica. ¿Procesos autoinmunes? Por supuesto que sí.
¿Qué nos
ocurre? que estamos dejando de reconocer a nuestro “OTRO YO” porque no es el
mismo con el que hemos convivido durante toda la vida, por alguna razón ha
cambiado y nos genera malas digestiones, ataques alérgicos con lo que comemos y
hasta los ataques autoinmunes. Esa comunicación establecida al nacer se ha
roto, hemos perdido nuestras células de reconocimiento. En los momentos
iniciales se estableció una comunicación molecular entre nuestra biota y el
segundo cerebro, que en aquel entonces era única. Se estrechan los lazos, la
unión es indisoluble y el 95% de nuestro ADN pertenece a la biota, no es
nuestro pero somos nosotros. ¿Cómo vamos a estudiar enfermedades teniendo sólo
en cuenta nuestro 5 por ciento del ADN?
Hay otra parte maravillosa de este mundo oculto
¿Cómo sabe el organismo que una especie en concreto está evolucionando
demasiado? O por el contrario, cuando merma. Para ello en el intestino se
produce una especie de Naciones Unidas:
(Pág. 110) Las
bacterias hablan entre ellas ¿más difícil de creer? Pues es una constatación
científica que no se queda ahí, cada especie científica de microorganismo tiene
un reconocimiento individual de sí misma, tienen un idioma propio y único. Este
idioma tiene un lenguaje químico y mediante estas moléculas que emiten y
recepcionan, de otras bacterias de su misma especie, en puntos concretos de su
citoplasma, su piel para que me entendáis, mantienen una comunicación vital.
Una de las primeras cosas que aprendimos de ellas es que, cuando están en
cantidad suficiente actúan, nunca antes. Este es el llamado Quorum Sensing, que
os explico en otros párrafos, y consiste esencialmente en que cuando una
cantidad suficiente de moléculas son liberadas en donde se encuentran nuestros
bichitos, comienza algo.
(Pág. 111) Con
ese Quorum o concentración las bacterias, los virus u hongos que tenemos dentro
de nuestro organismo saben que son suficientes para invadirnos, para causarnos
una infección o, como en el caso de los mini calamares de Hawái, para emitir
luz fluorescente desde dentro de su cavidad abdominal para no ser comidos,
mientras cazan de noche. La luz que reflejan, desde su barriga, hacia abajo los
hace figurar como estrellas para el predador que está en la arena. Romántico y
eficaz. Al amanecer el pérfido amante expulsa a la mayoría de bacterias de
manera que, al no tener Quorum no emiten luminiscencia. Ellas como son así, se
lo perdonan y a lo largo del día vuelven a reproducirse de manera que al
anochecer ya han alcanzado el Quorum y se enciende la barriga farola del mini
calamar ¿Quién le ha dicho al calamar que tiene que expulsar a las bacterias al
amanecer? La evolución indudablemente.
Y aquí un
hecho importante en el desarrollo de la comensalía. Para entrar en el calamar las
bacterias deben saltarse una barrera mucosa desinfectante y sólo la Vibrio
fischeri, la bacteria que se ilumina de noche al alcanzar el Quorum Sensing, es
capaz de hacerlo. Existe por tanto un mutuo reconocimiento y el calamar le dice
a la “Señora Vibrio”: aquí tiene las llaves de mi casa y cuidado con la
alarma”. ¿Qué diferencia existe con el reconocimiento intestinal? Ninguna.
Como siempre en esta vida se organizan bandos, por
desgracia, y un bando acaba por atacar al otro, tendrás retortijones, algunos
dolores y, con suerte, alguna irritación intestinal:
(Pág. 112)
Mientras ocurren estas peleas te tomas un antibiótico para ayudar. Pero amigo
mío, alguna especie de nuestra biota se aprovecha para ganar espacio y obtener
mayor superficie en el intestino. Y posiblemente no lo hace de manera limpia,
aquí también hay juego sucio, se aprovecha de que sus vecinas están en la
pelea, o maltrechas por el antibiótico, para desplazarlas con sus armas; es un
ataque traidor. La biota se ha desplazado e inmediatamente deberíamos volverla
a llevar a su sitio.
(Pág. 113)
Supongamos que una bacteria o levadura empieza a dominar un espacio demasiado
grande, su densidad molesta a las demás sin dejarlas realizar bien su
correspondiente trabajo. Las bacterias controladoras irán a realizar una
limpieza. En principio todo correcto. Pero aquí pueden suceder infinidad de
combinaciones. El bioma dispara la alarma y el Sistema Inmunitario Celular
controla la situación, pero en algunas zonas hemos perdido el equilibrio y la
alerta continúa, el Sistema Inmunitario vuelve a la carga. Esta situación se
podría producir por una bacteria que se vuelve díscola, o por haber mutado o
por alguna otra patógena que ha ocupado un sitio libre. Continúa la limpieza
por parte de las moléculas adecuadas hasta que llegan a las células epiteliales
del intestino. Sorpresa.
Recordáis que
existe un reconocimiento implícito entre microorganismo y células intestinales
mediante proteínas de adhesión. Soy tu amiga, muy bien descansa aquí. Si la
eliminación de la bacteria mutada, “desequilibrada”, es efectiva, fantástico,
pero ¿y si el Sistema Inmunitario Celular ataca a la proteína de reconocimiento
o anclaje en la célula del intestino? ¿y si por algún despiste, genético,
epigenético, mala comida, u otro intencionado, la bacteria continúa
generando su proteína? Proteína que
puede introducirse en la mucina de protección hasta el epitelio intestinal e
incluso atravesarlo si se ha producido permeabilización. Al ser reconocida como
parte de la bacteria eliminada, el ataque continuará contra dicha proteína y esto puede acabar por convertirse en un
ataque autoinmune. También podríamos hablar de una llamada de auxilio, al
segundo cerebro, con una señalización ¿opsonización? de la proteína a limpiar
por parte del Sistema Inmunitario Celular, lo cual continuará siendo otro
ataque autoinmune.
Pero realmente falta algo, una persona no se pone
enferma así como así, siempre hay algo que lo desencadena, a corto, medio o
largo plazo, dependiendo de su capacidad tóxica y de su capacidad de ser
almacenado y llegue al límite crítico.
(Pág. 117) ¿Es
ésta una posible causa de que estas enfermedades emergentes se den tanto en las
poblaciones industrializadas? ¿Sería posible que estas enfermedades emergentes
estén provocadas por proteínas procedentes de estos peces industrializados y
alimentados con piensos de restos animales? Y vuelvo a una pregunta que he
realizado en numeroso artículos ¿podría estar implicada una molécula llamada
etoxiquina, el conservante E 324, en todos nuestros problemas? Cierto que en la
mayoría, en la casi absoluta totalidad de los casos, nadie come vísceras,
cerebro o espinas de salmón o panga, ya te lo dan limpio. Pero quizás
deberíamos estudiar esta posibilidad. ¿Puede o pudieran ser parte de las
proteínas que buscan los investigadores en las enfermedades del Sistema
Central? ¿Podrían ser instigadoras o provocadoras, coadyuvantes, de las
enfermedades que estamos hablando? Sí, podrían serlo.
Nota aclaratoria: lo que tengo escrito es un
capítulo que introduce a un complejo de unas 30 enfermedades.
UNA TEORÍA ATREVIDA.
EDUARDO CASASNOVAS SUSANNA.